Que bien, ya llega el verano, la gente se levanta mas contenta, las chicas se visten con menos ropa, a los chicos se les comienzan a marcar los resultados del gimnasio… Ya quedan en el fondo del armario los abrigos, las botas altas y las medias de lana, que viva el verano!… Que viva? Soy yo la única persona que ve las desventajas de esta época?
Lo primero de todo, la ropa, tengo que dar la razón a la gente que disfruta llevando menos ropa pero… mis mañanas ya no son tan tranquilas como cuando estábamos en Enero y solo tenía que ponerme un jersey de lana de cuello vuelto que me tapara lo máximo posible. Ahora me levanto una hora antes de lo debido… que para que? Primero, para ver el tiempo que hace, porque en esta época lo mismo te sale un sol de espanto a primera hora que te cae el diluvio universal.
Yo ya me llevo el paraguas hasta a la playa, que no será la primera vez que tenemos que salir en gabarra. Y es que veranear en el norte es muy duro, que tu estas toda tranquila en tu toalla tomando el sol y de pronto se cierran los cielos como si fueran a aparecer los 7 jinetes del apocalipsis y en los siguientes cinco minutos te ves corriendo como una descosida, en bikini y agarrando lo poco que te ha dado tiempo a salvar de la tromba de agua y viento. Que digo yo…si tenemos bandera verde, amarilla, roja, azul…no pueden poner una de aviso de Galerna? Oye socorrista, que notas que se levanta un poco de viento porque han desaparecido las toallas y solo ves los piquitos de las sombrillas? …Pues pones la banderita y todos fuera.
Bueno pero seguimos con el momento mañanero de ir al trabajo un dia de verano. Una vez que veo que el día es soleado (de momento) llega la cruel realidad – “mierda, no estoy depilada” – ¿y ahora que haces? porque en invierno te daría exactamente igual, las medias son tan gordas que ni los pelillos mas rebeldes podrían atravesarlas pero con este calor parecerías un disfraz de butifarra en una barbacoa. Bueno pues nada – piensas – pantalones y fuera, y por arriba… si quieres ponerte una camiseta de tirantes hay que hacer arreglillos de última hora, y rápido, porque te tienes que ir a trabajar, y si optas por una camisa mas formal rellénate de desodorante porque el calor que va a hacer hoy promete.
Pero sin duda, lo mejor es cuando llegas a los zapatos. No se si alguno de vosotros sufre, como yo, de pies sensibles, pero es lo peor. Te pasas media hora delante del armario pensando y calculando cuales serán los mas cómodos para llevar en ese día tan caluroso, el trabajo queda lejos y lo último que quieres es tener que ir cojeando. Llegado a este punto, que es lo que hacemos todas las mujeres? pues ponernos aquellos zapatos que recordamos que eran los mas cómodos el verano pasado. Error, a principio de temporada no hay ningún zapato cómodo, todos te van a hacer daño. Pero si el ser humano se caracteriza por algo es por olvidarse de esos detalles importantes y que, para colmo, se repiten año tras año. Asi que comienzas a andar hacia el trabajo con las axilas escocidas por las prisas, una sudada de espanto ya desde el portal, y los zapatos que empiezan a recordarte lo cómodo que es el verano.
Pero no pasa nada, cuando sales a la calle todo te parece mas bonito, mas claro, mas cálido… hombre y tanto que cálido!, como es posible que sean las 8am y el termómetro ya marque 30º? Comienzas a andar de buena gana mostrando tu modelito de nueva temporada y contenta, a pesar del calor.
Ya a la vuelta de la esquina todos tus andares de modelo veraniega se han ido al carajo, no puedes cerrar los brazos del escozor y has probado inimaginables maneras distintas para que no te rocen mas los zapatos en ese lugar inhóspito en el que nunca pensaste que se podía crear una herida. Buscas desesperada una farmacia para comprar unas tiritas y conseguir llegar a la oficina pero en ese momento aparece el siguiente problema veraniego… existen tiritas transparentes, transpirables, anchas, estrechas, redondas, con dibujitos… pero no se ha creado la tirita que aguante pegada a tus pies en un día de verano. Resultado, que vas andando por la calle con tus tiritas colgando, tus brazos escocidos y sudados y tu orgullo femenino tan hundido como tu respeto por el verano!