Hacia el Norte
Hoy hemos amanecido de nuevo con los primeros rayos, cada vez nos cuesta menos levantarnos (aunque yo dormiría 5 horas mas todos los días) y tras disfrutar con el amanecer en el desierto nos hemos dispuesto a disfrutar de otros bienes mas terrenales, un 10 para los desayunos africanos; Huevos, bacon, tomatito, tostadas, y café.

El camino de vuelta no ha sido tan duro como cuando lo hicimos el día anterior, imagino que ya nos vamos acostumbrando al movimiento de las motos con todo el equipaje, aun asi, no faltaron un par de sustos que acabaron de despertarme del todo.
Ese día condujimos por un atajo que nos había recomendado el coleguilla que nos echamos en Upington y la verdad es que acertamos de pleno. Era una carretera de grava bastante decente que nos permitía ir a 100km/h en la mayoría de tramos y además nos ofrecía un paisaje impresionante de la estepa, el desierto y alguna colina que tímidamente se nos interponía en el camino. Antes de llegar a la frontera con Namibia (333km) atravesamos aldeas solitarias en las que los niños corrían detrás de las motos y los adultos nos miraban extrañados para luego saludarnos sonrientes.
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Frontera Namibia |
Lo mas curioso de esta parte fue que tuvimos que pagar una tasa por uso de la «carretera» (y me refiero a esa senda de grava y arena por la que íbamos…) en una aldea a unos km de la frontera donde una sudafricana de antepasados holandeses se había montado un videoclub-restaurante-cafetería que hacía a su vez de oficina de recaudación y donde no pudimos mas que parar a refrescarnos mientras su hijo (un rubio de ojos azules tostado por el sol) nos explicaba los pormenores de las carreteras en un mapa.
De Maltahohe a Sesriem

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Paisaje de arena rojiza en Sesriem |
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Los baobab nuestros compañeros de ruta |
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Cruce de caminos |
Y por fin, tras 180km de grava, arena y baches como para hacerte saltar los empastes llegamos a Sesriem, un camping al borde del Sossusvlei National Park. Estábamos a 40º por lo menos y con los trajes de goretex asi que ni siquiera el pobre servicio que nos ofrecieron en la recepción del camping nos minó las ganas de ponernos el bañador y darnos un baño, eso si, al ver el color verde opaco de la piscina y los ratones muertos secándose en el borde… cambiamos de opinión al momento.
Tras encontrar nuestro hueco, montar la tienda y hablar con grupos de españolitos que andaban por allí y que no podían dejar de mirar a esos colgados que acababan de llegar cubiertos de polvo y que habían dejado claro que era la primera vez en todo el viaje que dormían en tienda de campaña (y eso que tampoco lo hicimos tan mal…), nos pusimos cómodos y estuvimos un rato deambulando por el camping y disfrutando del atardecer en el parque.
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Nuestro Chalete |
El paisaje era increíble, las pocas montañas que se atrevían a emerger rocosas y escarpadas parecían sobresalir desde un acantilado infinito rodeado de lo que parecía ser niebla y no eran sino km y km de estepa blanquecina. A lo lejos se podían ver las primeras dunas del parque volviéndose cada vez más oscuras y pasando de rojo a granate y luego marrón, una multitud de colores que nos hacía quedarnos pasmados mirando al horizonte hasta que, sin casi darnos cuenta cayó la noche y llegó la hora de cenar y celebrar la Aste Nagusia con un buen kalimotxo. Cual fue nuestra sorpresa cuando, sentados en nuestro porche arenoso Alberto nos comunicó que se había colado y teníamos vino blanco en vez de tinto, fue un Kalimotxo extraño en un sitio extraño, pero aun asi estuvo bien y estuvimos echando risas hasta las 9 que nos fuimos a dormir para el día siguiente poder amanecer a las 5am.
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Vista de Sesriem |
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El camping era un puro arenal |
Sosussvlei
Nos hemos despertado con el ruido de los coches y el movimiento del camping, la gente se ha puesto las pilas, son las 5am y todavía es de noche. Muertos de frío nos echamos a suertes quien va el primero al baño, Alberto es el mas valiente y sale fuera mientras Susi y yo nos quedamos comentando la jugada de mi colchoneta pinchada durante unos minutos mas (tengo la espalda como un ocho). Cuando salí de la tienda, ya había una hilera de coches en la entrada del parque, la gente hacía cola para poder llegar a la cima de la Duna 48 antes de que amaneciera.
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La Duna 48 amaneciendo |
Que frío dios mío, íbamos en pantaloncitos y jersey para prepararnos para el calor que pasaríamos luego y los 40km hasta la duna fueron muy duros, además por el espejo retrovisor comenzábamos a ver como el cielo empezaba a tener un color rojizo que preconizaba que el amanecer estaba cerca.
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Escalando la duna |
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Disfrutando las vistas |
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Arbol seco en Death Valley |
Suakopund


Tras esa parada recuerdo dos cosas: Polvo y paisaje, creo que eso fue lo único que vimos hasta llegar a Swakopund, a 400km de Sesriem. El paisaje mas increíble fue un tramo de carretera que atravesaba serpenteando sobre una hilera de colinas perfectamente iguales que se perdían en el horizonte, la pena es que no me pude entretener mucho ya que se nos echaba el tiempo encima y todavía nos quedaba camino por delante.



Esa noche probamos el pescado Namibio y la carne de Orix (una especie de ciervo) y reservamos la mañana siguiente para hacer sandboard en las dunas, algo muy típico y por lo que nos habíamos hecho unos 1000km extras hacia el norte, tenía que merecer la pena.
Sandboard
Amanece medio nublado en Swakopund, vaya clima mas extraño, ayer estuvimos a 35º y al llegar a la costa la temperatura bajó unos 15º y una niebla densa dejaba un sirimiri incómodo que mojaba sin darte cuenta. Sin embargo hoy al llegar al hotel donde habíamos quedado ya estaba levantando y se avecinaba un día de sol estupendo. Una pickup paró frente a nosotros y de ella se bajó nuestro guía, un negrito rastafari con un toque surfero super simpático que nos presentó a todo el equipo y nos pidió que les siguiéramos con las motos hasta las dunas. Una vez allí nos pusimos el equipo del sandboard que es el mismo que el snow solo que en vez de a 0º lo practicas a 30º y por arena jeje. Mi hermano se ganó el apodo de «speedy gonzalez» por su estilo bajando las dunas mientras yo intentaba explicarle a mi mente que efectivamente eso de ahí abajo era arena y no una nieve extraña. Susi se encargaba del reportaje fotográfico y no perdió detalle de nuestras estilosas bajadas 🙂
También nos dejaron probar el «lie down sandboard», que aunque tenga un nombre tan técnico consiste en algo tan simple como en lanzarse por la cara mas empinada de la duna sobre una tabla de madera untada con grasa. Creo que tras probarlo, fue incluso mas divertido que de pie, alcanzabas una velocidad bastante considerable (60km/h) y siempre con la cosilla de que como perdieras la tabla, el piñazo que te dabas sería digno de ver (y vimos unos cuantos).


Hola muchachos , una pregunta ya que ustedes anduvieron por Africa , quiero recórrelo de norte a sur , mi inquietud es si tendré mucho peligro por que voy solo , desde Marruecos hasta sud Africa. Les agradezco la info gracias
Hola Carlos, bonita aventura pero si, algo peligrosa debido en parte al estado de guerra en muchos paises africanos que deberás cruzar. Nosotros en sudáfrica y namibia no tuvimos ningun problema pero tenemos conocidos que hicieron ese viaje que quieres hacer y si que pasaron zonas de peligro. Deberías informarte muy bien del estado de seguridad en cada uno de los paises que vas a cruzar y cuando lo hagas, intentar no llamar mucho la atención evitando situaciones que te pudieran poner en riesgo.
Mucha suerte y no dudes en contarnos tus avances!
LRB