Objetivo Cumplido- Tocando el techo del mundo

La tramitación de los permisos fue un proceso algo más tedioso del que habíamos pensado ya que el ritmo de trabajo ladakhi es casi igual al indio y con el mismo juego previo de regateo (en este caso tuvimos que usar nuestra mejor baza para conseguir el precio justo).
Desde Leh al Kardungh La hay unos 40km (partiendo de 3500m se llega a 5602m)de una carretera increíble que bordea la montaña dejando el valle del Indo a los pies del viajero poniendo nuestros ojos en la misma línea de altura que la cordillera del Himalaya y haciéndonos sentir como un Heidi y Pedro cualquiera.

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La verdad es que el Kardungh La no es ni de cerca, el puerto más impresionante de todos los que pasamos durante nuestro viaje. Históricamente es un paso importante ya que se encuentra en la ruta principal de caravanas que une Leh con Kashgar, en el Asia central china. El hecho de situarse en una zona estratégica hace que haya puestos del ejército cada pocos kilómetros, y cuando por fin llegas a los 5602m a los que se encuentra el cartel con el que todo viajero fotografía su hazaña, en vez de la nada mas absoluta, nos encontramos con una cafetería, unos baños de pago y un montón de indios de uniforme mirándonos aburridamente. Claro que esto, no evitó la hora y media que gastamos ahí arriba echando unas risas hasta que la falta de aire nos obligó a retomar la bajada, habíamos llegado a nuestro objetivo,… rodar por el puerto transitable más alto del mundo.

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El Khardung La da paso a los valles de Shyok y Nubra y para llegar de uno a otro es necesario pasar tres controles militares donde, depende del momento del día y del nivel de aburrimiento de los soldados te pueden marear más o menos con los permisos. Las vistas desde la carretera que da acceso a ambos valles es digna de cualquier película de Indiana Jones, incluso teníamos los camellos, que descansan en las dunas del valle ajenos al ajetreo de camiones del ejército que hacen salidas masivas y ruidosas cada poco tiempo para hacerse visibles a ojos de los satélites chinos.

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Estas caravanas inmensas de camiones hicieron que nos lleváramos mas de un susto ya que si normalmente los camioneros indios no suelen respetar a las motos, podéis imaginaros que los soldados no son mucho mejores así que tuvimos que poner todo nuestro empeño en no acabar como los coches y camiones que veíamos destrozados al fondo de los precipicios que iban perfilando la carretera.

En el valle de Shyok hay sólo dos pueblos a los que los extranjeros pueden acceder, así que nosotros nos decantamos por uno de ellos, Hundar, donde se puede apreciar un valle de dunas enorme que choca de modo increíble con el paisaje que lo rodea. Era como estar en mitad del desierto del Sahara, sólo que ante nosotros se erigía un paisaje marciano que nos recordaba que seguíamos a unos 4000m de altura.


En Hundar no hay muchas formas de matar el tiempo si no tienes pensado hacer trekking o dedicarte a la vida monástica por el valle, así que agradecimos la compañía de Bittor y Katty, una pareja de Alsasua que nos dió un respiro y nos permitió contarles nuestras andanzas a alguien más que no fueramos nosotros mismos.

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